Culo al aire

Hoy este artículo tiene más valor de contexto o circunstancial que literario. Estoy a punto de ser operado en la Virgen Blanca, nada serio. El codo. Una lesión, cuya patología y en mi honor, será denominada a partir de ahora como “codo de escritor”. Que nosotros también podemos tener nuestras lesiones.

El asunto es que estoy aquí esperando y supongo que mientras unos matan el tiempo haciendo resbalar su dedo de abajo arriba por la pantalla del móvil para ver qué le ofrecen las redes, otros deciden observar y guardarse para sí lo que están viviendo, bien sea inquietud, bien sea tedio. Estoy con un batín, con el culo al aire, y unos patucos azules, esperando en un box a que me llamen a quirófano. Una imagen para el recuerdo, vamos.

Me inquieta sentirme tan desprotegido pero a la vez me reconcilia con mi única verdad: la de ir aprendiendo poco a poco a quitarme importancia. Somos poca cosa… Al fin y al cabo, por muchos flashes que reciba cualquiera en alfombras rojas, por muchas lisonjas que le dediquen, por tantos goles que meta, o millones que reciba… en algún momento de su vida se va a ver en la situación de estar con un batín de tela azul y con el culo al aire, pasando frío y totalmente expuesto.

Y si no es esto, se encontrará con la enfermedad, aunque sea con una diarrea (una enfermedad de poco glamour), o inválido o solo y a merced de la ayuda otros.

En fin, en todo eso pienso mientras espero aquí, con un frío de bigotes. Oigo pasos y la voz de mi celador. Ya llegan para llevarme. Estoy a pocos minutos de que me inyecten una mierda que me va a hacer dormir fenomenal mientras me quitan un trozo de hueso. Ya veremos cuando se pase el efecto. Nos vemos al otro lado.